Entre las practicantes de los diversas corrientes de brujería tradicional, se encuentran las denominadas brujas folclóricas o populares. El término “bruja popular” (del inglés, folk witch) designa a aquellas practicantes de un sendero que busca recuperar y reconstruir un tipo de magia ancestral que no precisa de características ceremoniales y, en cambio, usan de la sencillez, la practicidad y los elementos socioculturales del grupo étnico que la cultiva. Esta magia pertenecía a la cultura y sabiduría de los pueblos. Era utilizada para bendecir los hogares y campos, proteger a las personas, atraer prosperidad, felicidad y amor, así como para remediar males físicos y espirituales. Esta magia sería la que después se transformaría en leyendas y supersticiones y estaría ligada a la imagen típica de la bruja.
Las brujas populares conciben la magia como algo completamente natural, que está presente en toda la creación y que puede ser perceptible por todas las personas. Entre sus actividades, se encuentran la meditación y visualización para enfocar su mente, el trabajo energético y la comunión con espíritus de la zona. La magia de este tipo de brujas es generalmente de carácter práctico y se halla destinada a hacer frente a los problemas de la comunidad.
Un aspecto que diferencia a la bruja popular de otras, es el uso de ingredientes simples, fácilmente conseguibles en cualquier despensa y de rituales poco complicados. Con respecto al empleo de los recursos, la bruja popular es similar a una bruja verde. Lo que la diferencia es que busca activamente el conocimiento y la práctica de lo tradicional de su pueblo en sus trabajos mágicos. En el Arte de la bruja popular, el ingenio y la flexibilidad son fundamentales. De ese modo, se acerca a la magia bajo el supuesto de que los ingredientes, herramientas, calendarios y horarios, y otros elementos de un hechizo o ritual no necesariamente son un réquisito y su ausencia no impide la realización del ritual.
Sus fuentes de conocimiento son tanto las lecciones familiares como documentos diversos: antiguos tratados mágicos y herbarios, libros de cocina, transcripciones de los juicios de brujas, libros de antropología y sociología sobre tradiciones populares, incluso cuentos regionales. Así, un rasgo característico de las brujas populares modernas es su sólido conocimiento bibliográfico de la magia practicada en antaño.
Por último, ser una bruja popular no significa una restricción para seguir otros senderos de la brujería. Tampoco significa que se deba profesar una religión o venerar a una deidad en particular. Ni que se deba pertenecer a un grupo étnico necesariamente eurocéntrico. Por tanto, es una visión y una práctica dotada de mucha libertad y creatividad, indispensables para la supervivencia de la bruja popular. Después de todo, ella ha sobrevivido a siglos de persecución, adaptándose a sus circunstancias y preservando su tradición para las generaciones futuras.
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