Quiénes son o qué son los amigos invisibles. Por qué algunos niños los ven, y otros no. Intentaré ir por partes y ser lo más clara posible.
Algunos niños suelen comentar que juegan, ríen, charlan con amigos que los adultos no solemos ver. La lógica sugiere que si no los vemos, no existen y de ahí, deducimos que los niños tienen una imaginación desbordante. Algunos padres no le dan mucha importancia, y estimulan esta creatividad infantil; mientras que otros, tienen a frenarla.
Cuando preguntamos a los niños con quién hablan, desde su naturalidad, cuentan que hay un niño que se llama Patatito o Fulanita, que juegan al escondite, les acompañan al colegio, se montan en el coche, caminan junto a ellos … Otras veces, estos amigos invisibles son adultos. Los describen tal y como los ven. Alguna vez, viendo el álbum de fotos familiar reconocen a las personas con las que charlan. Puede que sea un abuelo, un primo, una tía. Los padres exclaman que es imposible ya que murieron hace tiempo.
Llega la pregunta del millón. Quiénes son en realidad estos seres con los que juegan y se divierten los niños. Algunas veces suelen ser familiares cercanos o allegados a la familia, que han decidido quedarse cuidando y velando de sus nietos, sus sobrinos por un tiempo. Serían una especie de ángeles de la guarda.
Otras veces, son otros niños ya fallecidos que no tienen por qué tener una relación cercana o si, a la familia. Pueden haber sentido que otros niños como ellos están cerca y han decidido compartir con estos su tiempo y juegos. Del mismo modo, podrían llegar a velar por ellos, o simplemente pasar un tiempo divertido jugando y disfrutando unos con otros.
Los amigos invisibles no representan ningún peligro para nadie, ni para los niños, ni para los adultos. Al revés, suponen una protección extra, un cuidado y guía para nuestros pequeños.
Por qué los niños pueden verlos y nosotros no, esa es una pregunta que tiene una respuesta relativamente sencilla. Al nacer, venimos con el canal de la intuición abierto y alrededor de los siete años tiende a ir cerrándose. Entre otras razones, porque comenzamos a utilizar más la mente, la lógica; y a la vez, nos distanciamos más del niño interior que todos llevamos dentro. Si a todo ello, añadimos que los adultos, tendemos a decirles que es imposible que vean a nadie, que es pura fantasía e imaginación, los niños lo terminan creyendo y cerrando el canal que hasta entonces permanecía abierto.
No soy psicóloga, pero creo que la mejor manera de llevar estos casos es desde la naturalidad, hablar con los niños, escucharles, ver cómo afecta en ellos la presencia de estos amigos invisibles. Podemos pedirles que nos ayuden a conversar con estos seres, sirviendo ellos de traductores. Así podremos comprobar si es realidad o fantasía lo que cuentan. O descubrir si estos amigos invisibles, tienen algún mensaje para nosotros, cómo saber quiénes son, qué conexión y misión tienen con los niños.
Una vez más, me gustaría comentar, que no debemos tener miedo. Y que tenemos que tener los pies bien firmes sobre la tierra, es decir, seamos realistas, analicemos loque está ocurriendo, he intentemos averiguar qué ocurre, buscando el equilibrio entre la mente, el corazón y la intuición. Nadie es perfecto, y muchas veces vamos aprendiendo sobre la marcha. Si permanecemos atentos a las señales que vemos, podemos ir conociendo mucho de ambos mundos; de esta dimensión en la que vivimos, y, de la otra, que no vemos pero sabemos que está ahí.
Pero aunque la psicología insista en que ese ‘amigo invisible’ es una fantasía infantil, no puede ni debe descartarse la posibilidad, estudiada y aventurada por muchos investigadores de este tipo de fenómenos, de que la mente de los niños tenga acceso a planos de existencia desconocidos u olvidados por los adultos. Una capacidad que se pierde poco a poco, cuando el niño comienza a ir a la escuela o a progresar en su evolución intelectual.
Nuestra civilización moderna y materialista nos ha hecho olvidar ese ‘mundo fantástico. Pero los niños, con su inocencia y pureza de espíritu, siguen gozando del don de ver y hablar con gnomos, hadas o duendes… o con sus ángeles de la guarda.
Para ellos es algo tan natural y lógico, que sólo debería producirnos envidia.
Por ello, si frecuentemente encuentras a tu hijo en largas conversaciones, jugando, riendo con alguien a quien tú no ves, no debes preocuparte: es su amigo imaginario. Una persona creada por él, con su nombre y personalidad (o quizás no…) que seguro le va a hacer compañía durante un buen tiempo.
Los niños establecen los límites entre la fantasía y realidad alrededor de los seis y siete años. Antes de esta edad, ellos necesitan de espacio para dar alas a su imaginación, para vivenciar sus fantasías. El amigo imaginario, como ya hemos dicho, puede aparecer en la vida de los niños entre los dos y tres años y puede prolongarse hasta los siete u ocho años de edad. Muchos niños describen a estos invisibles amiguitos, dando detalles de su ropa, de sus juegos y afirmando que realmente existen. Este comportamiento es normal. Para el niño, el amigo existe realmente, y es para él una auténtica decepción cuando percibe o se da cuenta de que sus padres no le creen.
Fuente: http://memandalas.blogspot.com.es/2011/07/quienes-son-los-amigos-invisibles-de.htm