Un día Odín cabalgaba en su caballo blanco Sleipnir hasta que llegó al mundo donde se encontraban las cenizas Yggdrasil y allí vio a tres mujeres que estaban sentadas en el pozo, ocupadas tejiendo la prenda del destino de los dioses y los hombres.
Estas tres mujeres le enseñaron al dios que estaba ansioso por aprender, acerca de los mundos y para que aprendiera mas como Odín deseaba lo enviaron a ver al gigante Mimir, que habita en el manantial de la sabiduría, cuyo líquido nutritivo da de comer al árbol del mundo.
Odín cabalgó hasta encontrar a Mimir, pero el gigante no quiso dar su conocimiento con tanta facilidad, por lo tanto Odín le prometió dar su ojo izquierdo, algo que el gigante aceptó y así le mostró los misterios de este mundo. Sin embargo Odín no estaba plenamente satisfecho en su búsqueda de la sabiduría y camino de regreso a través del desolado páramo, se topó con un árbol sin hojas, el Fogmoon, cuando el crepúsculo helado impregnó el paisaje.
De repente quedó atrapado en las ramas del árbol y quedando colgado entre el cielo y la tierra, sin poder liberarse, pero luchó consigo mismo por la última sabiduría, así por nueve noches quedó colgado en el árbol siendo azotado por el viento.
Pero su ser interno creció gradualmente aclarando su entendimiento e iluminándose cuando vinieron a su mente los símbolos de los valores más nobles de la vida, los tomó y bautizó como Runas o glifos sagrados, que susurran la sabiduría a los iniciados, momento en el que tras un esfuerzo extremo se liberó y cabalgó hacia el Valhalla, el castillo de los dioses, para dar a conocer el gran conocimiento de arte Rúnico.
De repente quedó atrapado en las ramas del árbol y quedando colgado entre el cielo y la tierra, sin poder liberarse, pero luchó consigo mismo por la última sabiduría, así por nueve noches quedó colgado en el árbol siendo azotado por el viento.
Pero su ser interno creció gradualmente aclarando su entendimiento e iluminándose cuando vinieron a su mente los símbolos de los valores más nobles de la vida, los tomó y bautizó como Runas o glifos sagrados, que susurran la sabiduría a los iniciados, momento en el que tras un esfuerzo extremo se liberó y cabalgó hacia el Valhalla, el castillo de los dioses, para dar a conocer el gran conocimiento de arte Rúnico.