La mitología eslava es la expresión del sistema de creencias cosmológicas y religiosas que los antiguos pueblos eslavos tenían antes de que adoptaran la religión cristiana. Se piensa que pudo desarrollarse a lo largo de 3000 años y que algunas creencias provienen del Neolítico o incluso del Mesolítico. Esta religión posee numerosos rasgos en común con otras descendientes de la religión protoindoeuropea.
Al contrario de lo que ocurre con la mitología griega o la mitología egipcia, no se han conservado fuentes de primera mano que permitan el estudio de la mitología eslava. A pesar de algunos testimonios controvertidos (como el Libro de Veles), no está probado que los eslavos poseyeran sistema alguno de escritura antes de que adoptaran el cristianismo. Las creencias religiosas y las tradiciones eslavas se fueron transmitiendo de manera oral durante generaciones, y fueron olvidadas tras la llegada del cristianismo. Sin embargo, se conservan datos sobre ellas en diversos escritos de los primeros misioneros cristianos que llegaron al territorio eslavo, aunque el interés que estos mostraron por dichas creencias no fue muy grande ni muy objetivo. Se conservan algunos restos arqueológicos (ídolos, tumbas, etc.), pero no amplían demasiado las informaciones ya existentes. En las canciones folclóricas y las leyendas populares de los pueblos eslavos sobreviven viejas creencias que remontan a la antigua mitología. Esta fragmentación de las fuentes hace que la tarea de establecer las creencias mitológicas de los antiguos pueblos eslavos sea difícil y compleja, dando como resultado numerosas malas interpretaciones, confusiones o simplemente embustes.
No poseemos fuentes escritas sobre la mitología eslava antes de que el pueblo protoeslávico se fragmentara en eslavos occidentales, orientales y meridionales. Quizá la única excepción sea las Historias de Heródoto, donde se mencionaba a la tribu de los neuri en el lejano norte, cuyos hombres, según el escritor griego, se podían transformar en licántropos; otros estudiosos sostienen que Heródoto realmente se refería a las antiguas festividades eslavas del carnaval, donde grupos de jóvenes pululaban por las aldeas portando máscaras y a los que se llamaba en ocasiones vucari (‘hombres lobo’). Con todo, el hecho de que los neuri sean identificados con los protoeslavos está aún por demostrar.
La primera referencia a los eslavos en la historia escrita la hace en el siglo VII el historiador bizantino Procopio de Cesarea, en cuya Bellum Gothicum (La guerra de los godos) describía las creencias de cierta tribu eslava meridional que había cruzado el río Danubio con dirección al sur en solo dos días. Según Procopio, estos eslavos adoraban a un único dios, señor de todo, que portaba el relámpago y el trueno y aunque el historiador no menciona explícitamente el nombre del dios, queda claro que esta descripción corresponde con Júpiter. Nosotros hoy en día lo interpretamos como Perun. Asimismo, menciona la creencia en varios demonios y ninfas (como por ejemplo las vilas), pero sin llegar a añadir más nombres.
La Crónica Primera es una importante obra que contiene valiosas referencias a las creencias paganas de los eslavos orientales. La crónica trata sobre la historia del primer estado eslavo oriental y, a pesar de que fue redactada a principios del siglo XII, contiene referencias y copias de documentos más antiguos, además de describir hechos anteriores al Bautismo de Kiev. Dos dioses, Perun y Veles/Volos, son los mencionados en el texto del tratado que firmaron los gobernantes paganos de los eslavos orientales y los Emperadores Bizantinos a principios del siglo X. Más tarde, el cronista Néstor describe el panteón estatal introducido por el príncipe Vladímir en 980, donde estaban representados Perun, Dazhbog, Stribog, Simargl y Mokosh. En el Códice Ipatiev (de la Crónica Primera) se menciona a Svarog, a quien se compara con el dios griego Hefesto. Asimismo, son muy interesantes los pasajes del relato épico de los eslavos orientales, El cantar de las huestes de Ígor, donde se hace referencia a Veles, Dazhbog y a Jors. Este relato fue escrito presumiblemente a finales del siglo XII, aunque aún hay controversia sobre la autenticidad de esta obra.
Los documentos escritos más numerosos y ricos pertenecen al paganismo de los eslavos occidentales, en especial de las tribus polabianas y veletianas, que fueron cristianizadas a la fuerza a finales del siglo XII. Los misioneros y sacerdotes germanos que lucharon contra las creencias paganas dejaron fe de los antiguos sistemas mitológicos que ayudaron a destruir. Sin embargo, se cuidaron de las «mentiras piadosas» y se esforzaron en mostrar a los eslavos paganos como unos bárbaros idólatras y sangrientos. Como ninguno de estos misioneros se molestó en aprender la lengua eslava, sus crónicas son una mezcla de valiosa información, errores, confusiones y burdas exageraciones.
Entre las obras más importantes se incluye una crónica escrita por Tietmaro de Merseburgo a principios del siglo XI, quien hizo una descripción de un templo en la ciudad de Riedegost (Radagast)dedicado al gran dios Zuarasic (Svarozhich). Según este autor, este lugar se contaba como el sancta sanctorum de las tierras de los eslavos paganos, siendo Svagorich su deidad más importante.
Otro documento de gran valor es la Chronica Slavorum (Crónica de los eslavos), escrita a finales del siglo XII por Helmold, un sacerdote germano, que menciona al demonio Zerneboh (Chernabog), al dios Porenut, a la diosa Siwa, a algunos dioses sin nombre cuyas estatuas tenían múltiples cabezas y finalmente al gran dios Svantevit, a quien se adoraba en la isla de Rügen y que era, según Helmold, el más importante de los eslavos occidentales.
El tercer documento y sin duda el más importante proviene del cronista danés Saxo Grammaticus, quien en su Gesta Danorum (La gesta de los daneses), describió la guerra llevada a cabo en el año 1168 por el rey danés Valdemar I contra los wendos de Rügen, la conquista de su ciudadela en el cabo Arkona y la destrucción del gran templo de Svantevit que allí se había edificado. Saxo describió meticulosamente el culto a Svantevit, sus ritos y la enorme estatua de cuatro cabezas erigida a su nombre, así como el resto de dioses policéfalos de las otras tribus eslavas: Rugiewit, Porewit y Porentius.
La cuarta fuente en orden de importancia la componen las tres biografías del obispo guerrero germano san Otón, quien a principios del siglo XII realizó numerosas expediciones militares y pastorales en las regiones bálticas donde moraban tribus eslavas pomeranias. Según el manuscrito, el dios eslavo más importante era Trigláv, cuyos templos en la ciudad de Szczecin eran tenidos por oráculos de renombre. En las ciudades de Wolgast y Havelberg se adoraba al dios Gerovit, en realidad una corrupción de Yarovit, una deidad eslava posiblemente idéntica a Yarilo en el folclore eslavo oriental.
Restos arqueológicos:
Se han descubierto numerosas estatuas de dioses eslavos. En 1848, a orillas del río Zbruch, se encontró una estatua alta de piedra con cuatro cabezas bajo un solo sombrero de piedra. Debido a la gran similitud con la descripción que hiciera Saxo Grammaticus del gran ídolo del templo de Rügen, la estatua fue inmediatamente identificada como la representación de Svantevit, aunque estaba claro que no podía ser el Svantevit original de Rügen. Muchas otras estatuas policefálicas se fueron descubriendo en diversos lugares. Una minúscula estatua de cuatro cabezas datada del siglo X, tallada en hueso, fue desenterrada en las ruinas de Preslav, la capital medieval de los zares búlgaros. En la Edad Media se descubrió en una isla del lago Tollensesee, cerca de Neubrandenburg, una estatua de madera con dos cabezas y de tamaño natural. En estos parajes vivió la tribu eslava de los Dolenain, cuyo nombre pervive en el nombre del lago. Además, se encontró una estatua tricefála en Dalmacia, Croacia, en una colina llamada Suvid, cerca del pico del monte Dinara, llamado Troglav.
Poco a poco los restos de numerosos santuarios eslavos han ido saliendo a la luz. Unas excavaciones arqueológicas en el cabo Arkona de la isla Rügen han descubierto los vestigios de un gran templo y una ciudad, identificadas como las que Saxo Grammaticus describiera. En Nóvgorod, en el antiguo skit de Peryn, los arqueólogos han descubierto los restos de un templo pagano dedicado supuestamente a Perun: consiste en una ancha plataforma circular alrededor de una estatua, circundada por una zanja con ocho ábsides, donde se situaban los altares para los sacrificios. Los restos de una ciudadela con parecida disposición fueron descubiertos en la localidad que lleva el sugerente nombre de Pohansko (Pagano), cerca de Breclav, en la República Checa.
Todos estos restos arqueológicos tienen en común muchísimos aspectos. Las estatuas de dioses de múltiples caras y los restos de los templos con mútiples altares para sacrificios confirman los informes escritos de los misioneros cristianos sobre el culto de los eslavos a dioses policéfalos, indicando asimismo que la antigua mitología eslava aparentemente puso gran énfasis en el culto de dioses con más de un aspecto.
Además, son de señalar los restos de varias piezas de alfarería datadas del siglo IV y procedentes de la cultura Cherniajov. El arqueólogo ruso Borís Rybakov ha identificado e interpretado los símbolos inscritos en ellas como los restos de un antiguo calendario eslavo.
Folklore:
Cuando fueron cristianizados varios pueblos eslavos entre los siglos VII y XII, la nueva religión se convirtió en la religión de la élite, con lo que floreció en las ciudades y entre la clase noble. Para la mayoría de la población eslava en la Edad Media, que habitaba en las zonas rurales, los viejos mitos continuaron siendo fuertes. Los sacerdotes cristianos y los monjes destinados a los países eslavos, especialmente en Rusia, lucharon durante siglos contra el fenómeno llamado dvoeverie (‘doble fe’). Por un lado, los campesinos y granjeros aceptaron a regañadientes el bautismo, las celebraciones de misas y los días santos de su nueva religión pero, por otro lado, seguían aferrándose a los antiguos ritos y a los cultos paganos, incluso cuando los viejos dioses y mitos en los que estaban basados habían sido olvidados por completo.[cita requerida]
Esto ocurrió porque, según la forma de pensar de un campesino eslavo, el cristianismo no reemplazaba la antigua mitología eslava, sino que más bien la asimilaba. El cristianismo podía haber ofrecido una esperanza en la salvación y en una vida después de la muerte, pero para sobrevivir en este mundo, para las cosechas anuales y proteger al ganado, el viejo sistema religioso, con sus ritos de fertilidad, sus deidades protectoras y sus espíritus domésticos, era más que necesario. Este problema nunca fue resuelto por completo por la Iglesia, como mucho pudo dar un santo cristiano o un mártir que reemplazara a una deidad pagana con un culto determinado, pero el culto en sí pervivió, como pervivió la cosmovisión mitológica por la que se explicaban todos los fenómenos naturales.
Así, se creó una situación algo absurda en el estudio de la mitología eslava. Mientras que las creencias y tradiciones populares de todos los pueblos eslavos eran la fuente más importante con la que reconstruir los antiguos cultos paganos, constituyendo de hecho la clave para desentrañar los secretos del ya olvidado panteón, eran también una fuente con una naturaleza tan inusual que no podían en modo alguno tomarse como dogma. Las canciones populares, los cuentos y las festividades habían perdido hacía muchos siglos su carácter original sagrado y mítico, así como su sentido original, con lo que fueron degradándose hasta un nivel de mera superstición [cita requerida] o a una tradición sin sentido aparente [cita requerida] que era repetida y transmitida a lo largo de generaciones, que en la mayor parte, no sabían lo que tenían entre manos. [cita requerida] El pueblo acunó una idea vaga y general sobre cómo celebrar determinadas festividades, cómo contar ciertos cuentos o cómo interpretar ciertas canciones, porque esa era la manera en la que se había venido haciendo desde siempre. Los cultos a los antiguos dioses se mezclaron con los de los nuevos santos cristianos; los viejos rituales se fusionaron con los cristianos y a lo largo de los siglos se fue completando el lío.
Esto condujo a que los estudiosos analizaran la estructura del folclore per se, desarrollando una metodología con la que pudieron reconstruir la mitología perdida a partir de esta estructura. Básicamente, podemos dividir las referencias folclóricas en dos grupos:
Cuentos de hadas acerca de varios personajes y criaturas fantásticos, como las canciones de Alkonost, Baba Yaga, Koschei el Inmortal, El Pájaro de Fuego (Zhar-Ptitsa) y Zmei; cuentos y leyendas de héroes legendarios como los bogatyres rusos; supersticiones sobre varios demonios y espíritus, como el domovoi, lijo, vilas (Veela o Willi), vampiros, vodianoi, rusalkas, etc. Muchos de estos cuentos y creencias pueden ser bastante antiguos y probablemente contengan al menos ciertos elementos de la antigua estructura mítica, pero no son mitos propiamente dichos. Adolecen de un sentido más profundo y sagrado, así como de significado religioso. Además, tienden a variar muchísimo entre los diferentes pueblos eslavos.
Fiestas populares, festividades cristianas y creencias populares sobre los santos. Es claro el ejemplo del profeta Elías, muy venerado en los países eslavos, como sincretismo del antiguo dios del trueno, Perun. Del mismo modo, se pueden encontrar restos de los antiguos dioses en los cultos dirigidos a otros santos, como san Vito, san Jorge, san Blas, santa María o san Nicolás. Asimismo, en varios funerales populares, como la de primavera de Jare o Jurjevo y la fiesta de verano de Ivanje o Ivan Kupala, ambas ligeramente asociadas a los días santos del cristianismo, abundan elementos precristianos. Estas creencias poseen un sentido religioso y sacralizado de consideración para las gentes que aún las realizan. El problema, por supuesto, es que tales elementos precristianos ya están irremediablemente mezclados en el cristianismo popular.
La reconstrucción de los mitos eslavos originales se convierte así en pura labor detectivesca, que requiere de conocimientos profundos de varias disciplinas científicas como la semiótica, la lingüística, la filología, la mitología comparada y la etnología. Los referentes folclóricos se deben analizar en su estructura, no como un mero corpus de canciones o cuentos, sino como grupos de signos y símbolos que contienen una lógica estructural interna. Cada signo está compuesto de una serie de palabras clave, que son mucho más que simples nombres de personajes, lugares o artefactos. Un aspecto crucial de los símbolos es que son casi inamovibles: sus nombres pueden diferir, pero no su estructura. Si se llega a cambiar o a perder esas palabras clave, el símbolo cambiaría a su vez, lo que invalidaría la lógica estructural interna del texto y dejaría sin sentido a todo el cuento, con lo que pronto se olvidaría, porque el modelo o la lógica por la que fue transmitido a lo largo de generaciones se perdería.
Un ejemplo lo podemos ver en el anteriormente citado dios del trueno, Perun, que fue suplantado en el folclore cristiano por san Elías. En otras ocasiones se le comparó con el arcángel san Miguel o incluso con el mismísimo dios Yahveh, mientras que en algunos cuentos populares rusos o bielorrusos bajó hasta la categoría de un mero personaje de cuentos, como el Tsar Ogin (Zar Llama) o Grom (‘trueno’). A pesar de los cambios de nombre, había siempre alguna palabra clave que describía a Perun como símbolo en los antiguos textos míticos y que ha perdurado en el folclore. Perun es siempre «gore» (arriba, en las alturas, en lo alto de la montaña o en el cielo); es un dios celeste, el mayor dios del panteón eslavo; es «suj» (seco, en oposición a mojado. Es el dios del trueno y del relámpago, causantes del fuego); es «treska/razbiya/goni/ubiya» (golpea/hiere/persigue/mata; es el dios del trueno y las tormentas, destructivo y furioso) con «strelá/kamen’/molniya» (flecha/piedra/rayo); las armas de Perun son sus haces de rayos, que dispara como flechas, tan poderosos que explotan y revientan las piedras. Estas son las palabras clave que siempre están presentes en los referentes folclóricos, incluso cuando el verdadero nombre de Perun había sido olvidado desde hacía tiempo. Por lo tanto, la estructura del símbolo permitió la identificación de Perun con personajes similares tanto de la religión cristiana como del folclore posterior que compartían tales similitudes en la estructura con sus propios símbolos.
Siguiendo una metodología parecida, trazando paralelismos con otras mitologías indoeuropeas (especialmente con la báltica) y en ocasiones utilizando las mismas pistas encontradas en los documentos históricos del paganismo eslavo, sería posible reconstruir algunos mitos antiguos. Durante los últimos 30 años se han logrado avances significativos en el estudio de la mitología eslava, sobre todo con los trabajos de los filólogos rusos Vladímir Toporov y Viacheslav Vsevolodovich Ivánov y con los científicos croatas Radoslav Katičić y Vítomir Belaj. Son igual de valiosos los estudios del investigador ruso Borís Uspenski y del filólogo y etnólogo serbio Veselin Čajkanović.
Sin embargo, la interpretación sin criterio del folclore y la reconstrucción de mitos sin poseer la formación adecuada puede conducir a efectos desastrosos, como veremos a continuación.
Referencias apócrifas:
Al estudiar la mitología eslava, uno debe andarse con pies de plomo con respecto a la validez y autenticidad de las fuentes. El interés científico en las creencias de los antiguos eslavos ha ido acrecentándose desde el Renacimiento, aunque también se ha disparado el número de confusiones, errores, malas interpretaciones y burdas reconstrucciones (sin mencionar las invenciones).
Antes de la primera mitad del siglo XX no se conocía niguna metodología científica válida con la que se pudiera interpretar los referentes folclóricos. Asimismo, al disponer de contadas fuentes arqueológicas e históricas, las puertas a la especulación más baladí estaban abiertas de par en par. Uno de los ejemplos más claros de la confusión general y de la interpretación errónea lo configura la falsa deidad del amor, Lada (o Lado), construida a partir de las exclamaciones sin sentido de las canciones de boda eslavas. Dioses como Koleda o Kupala fueron también inventados a partir de nombres mal interpretados de fiestas populares: Koledo era el nombre eslavo para las procesiones de los cantantes de villancicos en Navidad. La procedencia de Kupala es desconocida, aunque algunas fuentes cristianas insisten en que proviene de Ivan Kupala (traducción literal de Juan el Bautista), si bien esta afirmación tiene tan poca base como la que la interpretan como un día sagrado pagano. Esta celebración se realiza en el solsticio de verano en muchos países eslavos y occidentales como Francia, Italia o España. Esta tradición contiene sin duda más de un elemento precristiano, pero inventar dioses basándose en nombres de costumbres no es obviamente un método válido con el que reconstruir estas creencias. La errónea interpretación de las descripciones históricas de Tietmaro sobre el paganismo de los wendos llevó a confundir al dios Svarogich y a la ciudad donde se erigía su templo, Radegast. Dado que este último nombre puede ser reconstruido etimológicamente como «Estimado Huésped», llevó a interpretarlo como el supuesto dios eslavo de la hospitalidad. Asimismo, para buscarle pareja al dios con el nombre más siniestro de todos los mencionados por Helmold, Chernobog (dios negro), inventaron a Belobog (dios blanco). Este nombre no aparece en ningún documento histórico o etnográfico fiable, al contrario, simplemente se asumió que ya que existe un dios negro, tendría que existir su contrapartida, el dios blanco. De nuevo, este no es un acercamiento científico al estudio de la mitología eslava, aunque se han venido escribiendo ríos de tinta acerca del dualismo Belobog-Chernobog hasta hoy día, incluyendo libros y referencias en investigaciones que dan por sentado que tales dioses fueron realmente adorados por los antiguos eslavos.
Peor aún que las confusiones o las malas interpretaciones son las invenciones deliberadas. Durante los siglos XIX y XX, la población se interesó cada vez más por la mitología eslava, aleccionados por los movimientos románticos, nacionalistas y neopaganos en la actualidad. El inventar evidencias de la antigua mitología fue, durante un tiempo, un auténtico hobby entre varios grupos sociales, a menudo con el simple objetivo de apuntarse un tanto. Por ejemplo, se llegaron a «descubrir» estatuas de los antiguos dioses con inscripciones de runas germánicas, o se «documentaron» canciones y cuentos populares en donde la mitad del panteón estaba recogiendo flores o danzando alegremente alrededor del fuego.
La Veda Slovena decimonónica no es más que una mistificación de las canciones populares búlgaras, con muchas supuestas referencias a la mitología eslava y que la mayoría de los investigadores considera una farsa. Un ejemplo más reciente lo podemos ver en el controvertido Libro de Veles, un documento supuestamente auténtico sobre la antigua religión, escrito en el siglo IX o X en alfabeto cirílico; no puede probarse que los eslavos tuvieran modo alguno de escritura antes de la cristianización, y menos aún que utilizaran el alfabeto cirílico (creado por san Cirilo para escribir las lenguas eslavas cuando fue enviado junto con su hermano Metodio a bautizarlos en el siglo IX). Los neopaganos eslavos utilizan este libro como texto sagrado y, por lo tanto, insisten en que el documento es auténtico. Sin embargo, el original, supuestamente escrito en cortezas de abedul, se perdió (sin contar que seguramente nunca existió), con lo que su autenticidad no puede probarse hoy en día.
Cosmología:
El concepto cosmológico del Árbol del Universo o de la Vida (мировое дрeво), bastante típico entre los hablantes de lenguas indoeuropeas, está presente también en la mitología eslava, en forma de roble, pino, abedul o ciprés, árboles sagrados. El símbolo mitológico del Árbol es muy fuerte y ha sobrevivido a lo largo de los siglos en el folclore eslavo tras la llegada del Cristianismo. Según algunas leyendas, el árbol crece en el centro del universo, sobre la roca mágica Alátyr situada en la isla Buyan, que flota en la mar y que tiene a sus pies toda clase de animales ctónicos. Hay tres niveles del Universo localizados en el árbol: su copa representa el cielo, el reino de los dioses y cuerpos celestes, mientras que su tronco simbolizaba el reino de los mortales. Estos dos niveles a menudo se combinaban en oposición a las raíces, que representaban el submundo, el reino de los muertos. En contraposición a las creencias populares, parece ser que el mundo de los muertos para los eslavos en realidad era un lugar hermoso, lleno de llanuras de verde y tierna hierba, donde imperaba la eterna primavera. A veces se le conocía como Virei o Iri.
El modelo de estos tres reinos en el Eje del Mundo inscrito en el Árbol tiene su correspondencia con una organización horizontal del mundo: el de los dioses y los mortales está situado en el centro de la tierra (si tenemos en cuenta que es plana, por supuesto), rodeado por un mar por el que se llegaría a la tierra de los muertos, a donde los pájaros migrarían cada invierno para regresar en primavera. En muchas referencias folclóricas, los conceptos de «marcharse atravesando el mar» y su contrario, «regresar atravesando el mar», son equiparados a morir y regresar a la vida, lo que recuerda al antiguo concepto mitológico de llegar a la vida después de la muerte cruzando una superficie de agua. Además, el mundo también está separado en el eje horizontal por los cuatro puntos cardinales, que representan las cuatro direcciones del viento (norte, sur, este y oeste). Estas dos divisiones en tres reinos para el eje vertical y cuatro puntos para el cardinal tuvieron mucha importancia en la mitología, como se puede ver en las estatuas que representan a los dioses, particularmente las de Triglav de tres cabezas y Svantevit, de cuatro.
El sol se entendía como una deidad femenina y la luna, masculina. Esta dicotomía es a primera vista contraria al concepto más extendido de las mitologías indoeuropeas, en las que el sol estaba normalmente asociado a deidades masculinas y la luna, a las femeninas, aunque es idéntico a la visión de la mitología germana y la mitología báltica, estrechamente relacionada con la eslava.
Panteón:
Una enorme cantidad de divinidades forman parte del panteón eslavo. Al parecer, cada una de las tribus eslavas (extendidas por una enorme zona geográfica que abarcaba desde el mar Báltico hasta el mar Negro) adoraba a sus propios dioses. La antigua religión eslava parece haber estado basada en el culto a la naturaleza, dependiendo de cada tribu las divinidades y las creencias concretas. Sin embargo, como ocurre con las distintas lenguas eslavas, que originariamente configuraban una sola lengua (el protoeslavo),sería posible dibujar un «Olimpo» protoeslavo y, mediante un estudio cuidadoso del folclore, podríamos reconstruir algunos elementos del panteón original, al que las diferentes tribus eslavas adoraban.
Dioses: En ocasiones se pueden encontrar estas gromoviti znaci o ‘marcas del trueno’ sobre los tejados de las casas, para protegerlas de los rayos. Símbolos idénticos han sido descubiertos en la cerámica protoeslava del siglo IV (cultura de Cherniajov). Se piensa que fueran símbolos del dios supremo del trueno, Perun.
Ivanov y Toporov reconstruyeron el antiguo mito de Perun y Veles/Volos. Ambos constituyen una oposición clara en casi todas las fuentes: Perun es el dios celestial del trueno y el rayo, fiero y seco, que gobierna el mundo de los vivos desde su ciudadela en las alturas, situada en la rama más alta del Árbol del Universo. Veles por el contrario es un dios ctónico, asociado con las aguas, terrenal y húmedo, señor del submundo, que gobierna el reino de los muertos desde abajo, en las raíces del Árbol del Universo. Perun le da lluvia a los granjeros, es el dios de la guerra y las armas y es invocado por todos los que luchan. Veles es el dios del ganado, protector de los pastores, asociado a la magia y al comercio. Perun da el orden, Veles causa el caos.
La batalla cósmica entre los dos recuerda al antiguo mito indoeuropeo de la lucha entre el dios de las tormentas y el dragón. Atacando con sus rayos desde el cielo, Perun perseguía a la serpiente Veles, que se deslizaba hacia las profundidades de la tierra. Veles insultó a Perun y huyó transformándose en varios animales, escondiéndose tras árboles, casas o personas. Al final, Perun da con él o escapa al agua con dirección al sub mundo; básicamente es lo mismo: al matar a Veles, Perun no lo destruye realmente, sino que lo devuelve a su lugar de origen, al mundo de los muertos. Así, el orden del mundo, cambiado por la travesura de Veles, es establecido de nuevo por Perun. La idea de que las tormentas y los truenos son una batalla divina entre el dios supremo y su acérrimo enemigo fue crucial para los eslavos, incluso después de que Perun y Veles fueran reemplazados por Dios y el Diablo. El rayo que golpea un árbol o que quema la casa de un campesino se explicaba siempre como un dios del cielo furioso atacando a su enemigo terrenal, ctónico.
La excusa que explicaba la enemistad de ambos dioses era el robo del ganado de Perun por parte de Veles o viceversa (aunque si Veles era el dios protector del ganado, no queda claro el asunto de la propiedad del mismo según este mito). El motivo mismo de robar ganado divino es muy común en la mitología indoeuropea: el ganado, de hecho, puede entenderse como una simple metáfora de las aguas celestiales o la lluvia. Así, Veles roba el agua de lluvia de Perun o viceversa, lo que de nuevo lleva a la confusa asociación de Veles con las aguas y de Perun con el cielo y las nubes, ya que no se sabe bien a quién pertenecería la lluvia. Otra razón que explicaría esta enemistad puede ser el robo de las esposas. Parece quedar claro, según referencias folclóricas, que se consideraba al Sol como la esposa de Perun. Sin embargo, dado que el Sol en la visión mítica del mundo muere cada noche y desciende más allá del horizonte hacia el sub mundo, donde pasa la noche, los eslavos entendían este fenómeno como el robo de la esposa de Perun por parte de Veles, aunque de nuevo podría entenderse el renacimiento del Sol por la mañana como el robo de la esposa de Veles por parte de Perun.
- Yarilo y Morana: Los investigadores Katicic y Belaj continuaron el trabajo comenzado por Ivanov y Toporov reconstruyendo el mito del dios de la fertilidad y la vegetación, Yarilo, y su hermana y esposa, Morana (Marena, Morena, Marana, todos los nombres provenientes de la misma raíz mor, ‘muerte’), la diosa de la naturaleza y la muerte. Yarilo está asociado a la luna y Morana es vista como la hija del sol. Ambos son hijos de Perun, nacidos la noche de Año Nuevo (La Gran Noche). Sin embargo, esa misma noche, Yarilo es raptado de su cuna y llevado al sub mundo, donde Veles lo educa como si fuera suyo. En la festividad de primavera de Yare/Yurievo/Yarilki, llena de simbología sexual y erótica, Yarilo regresa del mundo de los muertos («atravesando el mar») para traer al mundo de los vivos la primavera desde el sub mundo eternamente verde. Se le representaba como un joven y fogoso varón montado sobre un caballo blanco con una corona de flores en la cabeza, portando en la mano derecha un haz de trigo y en la izquierda una imitación de cabeza humana, símbolo de la muerte. El jinete recorría los campos de mies para favorecer una buena cosecha. Encuentra a su hermana Morana y la corteja, celebrándose a principios de verano su divino enlace con la fiesta conocido como Ivanie/Ivan Kupala. Esta unión sagrada entre hermanos, hijos del dios supremo, trae la fertilidad y la abundancia a la tierra, asegurando una gran cosecha. Asimismo, dado que Yarilo es hijo (hijastro, más bien) de Vierto que su esposa es hija de Perun, su matrimonio trae la paz entre los dos grandes dioses. En otras palabras, así se aseguraban de que no hubiera tormenta que pudieran dañar la cosecha.
Sin embargo, tras la cosecha, Yarilo le es infiel a su esposa y ella en venganza lo mata (lo devuelve al submundo), renovando la enemistad entre Perun y Veles. Sin su marido, dios de la fertilidad y las plantas, Morana y toda la naturaleza junto con ella se marchita y se hiela ante el invierno que se avecina, convirtiéndose en la terrible, vieja y peligrosa diosa de la oscuridad y del frío, muriendo finalmente al finalizar el año. El mito se repetía por entero cada año y los cantos de sus partes principales acompañaban las fiestas más importantes del calendario eslavo. Este cuento muestra también numerosos paralelismos con las mitologías báltica, sumeria e hitita.
- Svarog, Svarozhich (Svarogich), Dazhbog: El nombre de Svarog solamente se ha encontrado en los manuscritos relacionados con los eslavos orientales, donde normalmente se le equipara al dios herrero de los griegos, Hefesto. Sin embargo, este nombre es muy antiguo e indica que fue una deidad del panteón protoeslavo. La raíz svar significa ‘brillante, claro’, mientras que el sufijo rog denota lugar. Si se le compara con el sánscrito Swar, podemos ver que Svarog simplemente significaba ‘cielo claro’. Es posible que originalmente fuera el dios del cielo del panteón, quizá la versión eslava del protoindoeuropeo Dieus Piter. Svarog también puede significar un lugar brillante y fiero: una forja. Esto, junto con la identificación con el Hefesto de las fuentes históricas, nos indica que los eslavos también tuvieron un dios del fuego y de la herrería. Según la interpretación de Ivanov y Toporov, Svarog tenía dos hijos: Svarozhich, que representaba el fuego en la tierra, y Dazhbog, que representaba el fuego del cielo y estaba asociado al Sol. Se creía que Svarog había forjado al Sol y que se lo había dado a su hijo Dazhbog para que lo llevara a lo largo y ancho del cielo.
En los manuscritos rusos, es equiparado al Sol y según el folclore se le recuerda como la deidad bondadosa de la luz y el cielo. Sin embargo, el folclore serbio lo representa como un dios mucho más oscuro en la forma de Dabog, quien custodiaba las puertas del sub mundo, tenía un aspecto horrible, cojeaba y estaba asociado con la minería y los metales preciosos. Veselin Čajanković señala que estos dos últimos aspectos cuadran perfectamente con el simbolismo que rodea a la deidad solar eslava: una parte benévola representa a Dazhbog durante el día, cuando lleva al Sol a lo largo del cielo; la parte malévola y fea, Dabog, lleva al sol al sub mundo durante la noche. Este patrón puede aplicarse también al ciclo solar anual, donde el aspecto positivo se asocia al joven Sol de verano y el negativo, al viejo Sol de invierno.
Svarozhich fue adorado como un espíritu del fuego por los campesinos rusos mucho después de que fueran cristianizados. También fue conocido por los eslavos occidentales, pero allí se le adoró como la deidad suprema en la ciudad santa de Radegast. El término Svarozhich es en eslavo un simple diminutivo de Svarog y como tal pudiera ser un aspecto complementario (una especie de apellido) de Dazhbog. También hay quien sostiene que Svarog era el antepasado de todos los dioses eslavos, con lo que Svarozhich podría ser un epíteto de otra deidad, así que tanto Dazhbog como Perun, Veles y los demás también serían «Svarozhichs».
- Svantevit y Triglav: No deja de resultar irónico que de momento no se haya podido aclarar el papel de estos dos dioses en el panteón protoeslavo, a pesar de tener el mayor número de documentos históricos. El que sean importantes para todos los eslavos paganos está probado por el increíble número de topónimos que se les asocia y por los numerosos descubrimientos de estatuas policéfalas en varios países eslavos. Ambos dioses son los principales en varias localidades, estaban asociados a la adivinación y su animal totémico era el caballo. Posiblemente una diferencia importante era que Svantevit tenía un caballo blanco, mientras que el de Triglav era negro, además de que la representación de Svantevit tenía cuatro cabezas y la de Triglav (cuyo nombre significa simplemente «de tres cabezas») poseía tres. Svantevit estaba asociado asimismo a la victoria en la guerra, a la cosecha y al comercio.
Se han barajado varias hipótesis sobre estos dos dioses: según la primera, ambos son el mismo dios, ya que son similares en casi todos sus aspectos; otra sostiene que no son dioses en absoluto, sino compuestos de tres o cuatro dioses, una especie de minipanteón. Los neopaganos eslavos suelen ver a Triglav como un concepto de Trinidad. Svantevit ha sido también visto como la alteración de los eslavos occidentales de Perun o Yarilo, o incluso comparado con Svarozhich como deidad solar. Ninguna de estas hipótesis parece ser muy convincente y la mayoría se basan en las especulaciones más peregrinas, mientras que otras intentan reconstruir la mitología eslava como debería ser y no como lo que fue en realidad. Es preciso investigar mucho más para llegar a conocer la verdadera identidad de estas deidades.
- Zoria y Danica: Estos nombres significan simplemente Estrella de la Noche y Estrella de la Mañana, pero en las leyendas folclóricas de todos las naciones eslavas son a menudo descritas como personas o asociadas a personas, de una manera muy parecida al Sol y la Luna. A Danica en ocasiones se la denomina la hermana menor del sol o su hija y probablemente estaba relacionada con Morana. Por lo tanto, Zoria era o bien la madre o la hermana mayor del sol. Es muy problable que fuera un remanente eslavo de la diosa protoindoeuropea del anochecer, Hausos, pero habrá que investigar mucho sobre este tema antes de sacar más conclusiones.
No pueden contarse en el panteón protoeslavo otros dioses, aparte de los referidos anteriormente. Sin embargo, es de destacar que muchos de estos dioses probablemente fueran conocidos con diferentes nombres incluso en la misma lengua. Los tabús religiosos en la denominación de las deidades existieron entre los eslavos y, por ello, los dioses fueron llamados con otros nombres o adjetivos que describían sus cualidades. Con el tiempo, estos mismos adjetivos tomaron vida.
Mitología:
- Ivanov y Toporov hicieron un esquema sobre los distintos estadios que pudo desarrollar la mitología eslava, en un intento de mostrar cómo pudo haber evolucionado a partir del panteón original:
El primer desarrollo pudo ocurrir tras el desmembramiento de los proto eslavos en eslavos occidentales, orientales y meridionales. Cada rama de la familia ideó deidades diferentes que englobaran la artesanía, la agricultura y la fertilidad, como Rod y Chur, varias diosas relacionadas con el hogar, como Mokosh. Dioses como Jors o Simargl son a veces consideradas préstamos que los eslavos orientales tomaron de sus vecinos iranios.
En el ámbito de la personificación abstracta de funciones divinas, tenemos conceptos del tipo pravda/krivda (‘correcto/incorrecto’), dobra kob/zla kob (‘buena fortuna/mala fortuna’). Tales conceptos los podemos encontrar en muchos cuentos de hadas eslavos y se piensa que nacieron en un momento en el que los viejos mitos ya estaban degradándose a los niveles de leyendas o cuentos. Louis Leger señaló que varias palabras eslavas que entraban en el campo semántico del éxito, el destino o la fortuna están conectadas con la palabra eslava para Dios, «Bog». Aunque era usada para el dios cristiano, la palabra es de origen pagano y muy antigua, ya que podría provenir de la raíz protoindoeuropea *bhag (‘fortuna’), relacionada con el avéstico baga y el sánscrito bhaga (que son ambos nombres de dioses).
El siguiente nivel de desarrollo se dio al convertir en mito las tradiciones históricas, un fenómeno que habría comenzado en tiempos paganos y continuaría mucho después del advenimiento del cristianismo. Se caracterizó por tomar cuentos y canciones de héroes legendarios, que irían desde fundadores legendarios de ciertas tribus ―como las historias sobre Lej, Chej y Rus (padres respectivamente de polacos, checos y rusos)― hasta personajes históricos como el rey croata-húngaro del siglo XV, Matías Corvinus, o el príncipe Marko de los eslavos del sur, quienes fueron inmortalizados en las leyendas populares o la poesía. Las bylinas rusas sobre los bogatyri (héroes legendarios), las leyendas polacas sobre Krak, el Matadragones, las checas sobre Libuše y la fundación de Praga entran en esta categoría. Aún en varios elementos de estos cuentos se pueden ver elementos de los viejos mitos, como el héroe que mata al dragón, un remanente lejano del antiguo concepto de la batalla cósmica entre el dios del rayo, Perun, y la serpiente, Veles.
- Baba Yaga, de Iván Bilibin: En un nivel menor encontramos a ciertos arquetipos míticos convertidos en personajes de cuentos de hadas, donde se incluiría a Baba Yaga, Koschei el Inmortal, El Ruiseñor Ladrón, Vodianoi, Zmei Gorynych, etc. En este nivel, apenas se puede ya hablar de mitología, sino más bien de leyendas y cuentos que contienen fragmentos de viejos mitos pero que en su estructura y significado no están claros.
El nivel más bajo incluye varios grupos de espíritus domésticos o de la naturaleza y criaturas mágicas, que varían muchísimo en los diferentes pueblos eslavos. La estructura mítica en ese nivel es prácticamente incomprensible, pero algunas creencias tienen una antigüedad considerable. Ya en el siglo V, Procopio mencionaba que los eslavos adoraban a espíritus de los ríos y de la naturaleza, pudiendo encontrar incluso hoy en día sus huellas en los cuentos sobre vilas (Veela o Willi), vampiros (upyr), brujas y hombres lobo.
Calendario y festivales:
Los mitos eslavos eran cíclicos, repitiéndose cada año una serie de festividades que seguían los cambios de la naturaleza y las cuatro estaciones. Para entender su mitología, es importante entender su concepto de calendario. Basándose en el folclore y restos arqueológicos, es posible reconstruir algunos elementos del calendario precristiano, particularmente las más importantes.
El año era lunar, aparentemente, y comenzaba el primer día de marzo, en forma similar a otras indoeuropeas, cuyos sistemas de calendario son más conocidos para nosotros. Para la última noche del año viejo y el primer día del año nuevo se conocen nombres como Velia Noch/Velik Dan’ (Gran Noche/Gran Día). Después de la Cristianización, estos nombres fueron remplazados probablemente por las Pascuas. En algunas iglesias eslavas pertenecientes a las diferentes Iglesias Ortodoxas, la Pascua es conocida como Velik Dan/Gran Día, mientras que entre los eslavos católicos es conocida como Velika Noch/Gran Noche. Todos estos nombres son seguramente traducciones del griego Megale Hemera, Gran Semana, el término cristiano para la semana en que cae Pascuas (semana Santa). En tiempos paganos, de todas formas, probablemente era una fiesta similar a Halloween. Ciertas personas (chamanes) se adornaban con máscaras grotescas y ropajes confeccionados de pieles o lanas de oveja, rondando por las aldeas, ya que durante la Gran Noche se creía que los espíritus de los ancestros viajaban a lo largo de la tierra, entrando en los pueblos y las casas para celebrar el año nuevo con sus familiares vivos. Por consiguiente, la deidad del último día del año era probablemente Veles, dios del sub mundo.
Había una gran fiesta de la primavera dedicada a Yarilo, dios de la vegetación y la fertilidad. Procesiones de jóvenes solían ir por las aldeas con ramos de flores como símbolo de nueva vida. Iban casa por casa recitando canciones y bendiciendo cada hogar con ritos de fertilidad tradicionales. El líder de la procesión, generalmente a caballo, sería identificado con Yarilo. La costumbre de hacer pisanki o huevos decorados, símbolos también de nueva vida, era otra tradición asociada con esta celebración, que más tarde pasó a la Pascua cristiana.
El festival de solsticio de verano es conocido hoy como Ivanie, Kupala o Kries. Se celebraba en forma similar a una gran boda y, de acuerdo a indicaciones de ciertas fuentes históricas, era seguido ―en épocas paganas― por una orgía general. Había grandes cantidades de comida y bebida la noche anterior, se encendían grandes hogueras (en eslavo kres), y los jóvenes copulaban y danzaban en círculos o saltaban a través del fuego. Las jóvenes hacían guirnaldas con flores y helechos (que aparentemente era sagrado en esta celebración), las batían en los ríos y dependiendo de cómo y adonde flotasen, se podría saber si el elegido se casaría o no. El baño ritual esta noche era también muy importante: de ahí el nombre de Kupala (del verbo kupat’sia, ‘bañarse’), que seguramente casaba muy bien con el santo patrón que la Iglesia puso para este día, Juan el Bautista. En general, la fiesta conmemoraba con seguridad la boda divina del dios de la fertilidad, asociado con el crecimiento de las plantas para la recolección.
En medio del verano había un festival relacionado con el dios del trueno Perun, transformado en tiempos cristianos en el importante festival del profeta Elías. Era considerada la época más sagrada del año, registrándose algunas indicaciones de fuentes históricas relacionadas con sacrificios humanos. Probablemente después del mismo comenzaba la cosecha.
No queda claro cuándo se celebraba exactamente el fin de la cosecha, pero los documentos históricos mencionan interesantes tradiciones asociadas a las celebraciones en el templo de Svantevit, en la isla de Ruyana (hoy en día Rügen), que sobrevivió en el folclore posterior. Las gentes se reunían frente al templo, donde los sacerdotes emplazarían un gran pastel de trigo del tamaño de un hombre. El sumo sacerdote se colocaba tras el pastel y preguntaría a las gentes si le veían. Independientemente de la respuesta, el sacerdote plugaría que el siguiente año la gente no le viera tras el pastel ritual, augurando que la cosecha del siguiente año sería más provechosa.
Seguramente también hubo un importante festival alrededor del solsticio de invierno, que más tarde fue asociado con la Navidad. A su vez, en muchos países eslavos, esta festividad es llamada Bozhich (que significa ‘pequeño dios’). Aunque este nombre encaja fácilmente con la idea cristiana de Navidad, tiene seguramente un origen pagano: indica el nacimiento de un joven y nuevo dios del Sol de la vieja y debilitada deidad solar, durante la noche más larga del año. El viejo sol era identificado como Svarog y su hijo, el joven y nuevo sol, como Dazhbog. El nombre alternativo (y tal vez el original) de este festival era Korochun.
Fuente: Enciclopedia de las mitologías.
© Morgana Barcelona
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