Las brujas eran las Chamanas de la antigua Europa, herederas culturales espirituales de las civilizaciones pre-cristianas paganas.
La palabra «bruja» en muchos casos coincide con el nombre de la Diosa local: Lamía, Maga Saga, Strega, Strix, Incantatrix, Lucína, Janara,… por nombrar algunos. En el idioma anglosajón la palabra med-wyf significaba “comadrona-bruja”. La actual palabra inglesa witch proviene del vocablo wicce que significa “sabiduría”. En la Inglaterra medieval las líderes de los clanes actuaban como los jueces de la comunidad. En la Carta Magna de Chester se las llamaba «iudices de wich» es decir “brujas-jueces”. Mantuvieron un elevado status social hasta bien entrado el Cristianismo, dado que desde tiempo inmemorial las Sacerdotisas de la Gran Madre tuvieron el monopolio de la justicia, la curación y la obstetricia. Esta última práctica, continuó hasta la Edad Moderna sin interrupciones dado que, para los médicos varones y para el clero, era tabú tratar cualquier tipo de trastorno femenino. En la Galia pre-cristiana y en Escandinavia, las artes de sanación estaban enteramente en manos de las brujas o mujeres sabias, comadronas, herboristas quienes continuaban la tradición atendiendo a sus pacientes en los lugares sagrados de curación antes dedicados a la Diosa. Estos conocimientos se basaban en tradiciones orales pasadas de madres a hijas que tienen su origen en los albores de la civilización del continente.
El pasaje bíblico No dejarás que la bruja viva (Éxodo 22.18) ha sido la base sobre la cual se erigieron siglos de persecución. Originalmente la Iglesia no condenaba la brujería como pecado, sin embargo la Bula Papal de 1484 del Papa Inocencio VIII denunciaba a la brujería como una conspiración del demonio que contra la paz y el orden común del Santo Imperio Cristiano y así se institucionalizó la guerra contra las mujeres.
Los resultados fueron devastadores. No solo por la cantidad de víctimas (que se calculan entre tres y nueve millones de las que el 80% eran mujeres) y su metodología de eliminación, sino porque las autoridades tanto seculares como religiosas que llevaron a cabo esta masacre, nunca se hicieron enteramente responsables de semejantes atrocidades. […] Las brujas (léase mujeres) eran torturadas por días con el más horrendo instrumental, el potro, sacaojos, hierros candentes, botas de hierro para romper las piernas, torniquetes de cabeza, sillas ardientes,… por nombrar algunos.
Hasta el siglo XV, las curas con hierbas (transmitidas de generación en generación como recetas familiares) eran el único tipo de medicina conocida. […] Contrariamente a lo que se cree, las brujas, curanderas y sanadoras no eran ignorantes a quienes los profesionales masculinos se impusieron gracias a su superioridad técnico científica. De hecho, se les atribuye el uso de multitud de remedios experimentados por siglos y siglos que aún se utilizan en la farmacología moderna. Poseían conocimientos fitoterapéuticos para tratar casi todo tipo de enfermedades. Paracelso (considerado el padre de la medicina moderna) admitió que las curanderas le habían legado todos sus conocimientos científicos y médicos. Agrippa von Nettesheim aseguraba que las viejas sabias y comadronas eran muy superiores en conocimiento a los médicos graduados. Los hombres que habían aprendidos sus artes médicas de las brujas eran libres de ejercer, mientras que las brujas que habían sido sus maestras eran perseguidas.
Las Universidades y por ende la medicina oficial, estaba vedada a las mujeres. En el año 1322 una mujer llamada Jacoba Felicie fue arrestada y procesada por la Facultad de Medicina de la Universidad de París por practicar la medicina aunque el informe decía que: era más versada en el arte de la cirugía y medicina que el mejor médico graduado de la ciudad.
La medicina oficial estaba estrictamente supervisada por el clero, los estudios de medicina no podían contrariar a la doctrina de la Iglesia, como resultado, los futuros médicos tenían pocos conocimientos que hoy podríamos considerar científicos y una práctica experimental casi nula. Para sanar a un enfermo era poco lo que podían hacer salvo recitar fórmulas mágicas, recetar purgantes, sángralos y la aplicación de sanguijuelas.
En contrapartida, las brujas en su práctica no estaban controladas por ninguna doctrina religiosa que coartara su libertad de indagar, basaban sus juicios en la experimentación y confiaban en su propia capacidad de curar utilizando medicinas para tratar las enfermedades, embarazos, anticoncepción, abortos y partos. También rituales y hechizos para activar la sugestión para el tratamiento de enfermedades psicosomáticas. Por ese motivo, a la luz de la medicina oficial, sus sanaciones y aciertos parecían milagrosos, como infundidas de un poder que, como ellos no podían explicar, denominaron maléfico.
Las brujas fueron perseguidas por conocer y enseñar a otras mujeres cómo controlar su destino y sexualidad, el manual de la Inquisición el Malleus Maleficarum de los dominicos Kramer y Sprenger declaraba: «Toda maldad es poca comparada con la maldad femenina. La razón natural es que ella es más carnal que el hombre, lo que resulta claro si observamos sus muchas abominaciones carnales. Cabe destacar que hay un defecto intrínsico en la formación de la primera mujer, dado que fue hecha de una costilla doblada, es decir la costilla del pecho, que se curva en una dirección distinta a la del hombre. Y así, con esta malformación, es una animal imperfecto, siempre traiciona».
Este texto nos muestra que la acusación que pesaba sobre ellas era la de poseer una sexualidad femenina. En las antiguas culturas pre-cristianas la sexualidad y fertilidad femenina eran reverenciadas como un don y la Iglesia Primitiva atacó vivamente las muchas tradiciones paganas que consideraban al sexo un sacramento, es decir la unión sagrada de la Diosa y su Consorte, la unión sexual ritual de la sacerdotisa y el sacerdote para garantizar la abundancia de las cosechas y el bienestar general. Las brujas eran las descendientes directas de esas sacerdotisas y por mucho que estas tradiciones fueron diezmadas y que las creencias se fueron diluyendo a través del tiempo, todavía la idea de la triple Diosa (la Doncella, la Madre y la Anciana), el culto a la fertilidad de la tierra y el Hieros Gamos (Matrimonio Sagrado), resonaba en las culturas de los campesinos de la Edad Media y Moderna (de hecho la palabra pagano proviene del latín paganus, que significa “campesino”) quienes aún sembraban, cultivaban y cosechaban siguiendo antiquísimas ceremonias lunares y estacionales.
La bruja representaba al tercer aspecto de la Diosa, la Anciana Sabia, venerada hasta entonces por sus servicios a la comunidad, quien como consecuencia de las despiadadas persecuciones y el horror que provocaba la Inquisición comenzó a ser temida y repudiada por su gente.
Los campesinos vivían sus celebraciones con éxtasis y desenfreno, y tanto hombres como mujeres participaban de esas festividades que se perpetuaban a través de los siglos. La Iglesia vivía esta explosión de alegría con abierto desprecio, por ese motivo, copió las celebraciones extirpando su carácter sensual y en su lugar colocó las festividades cristianas más importantes. Así, desplazó el importante rol de lo sagrado femenino y reemplazó los antiguos lugares sagrados de la Diosa por espléndidos templos en donde se adoraba a una virgen que pudo concebir y ser madre sin tener relaciones sexuales, un ideal al que ninguna mujer normal puede aspirar.
De acuerdo a la moral cristiana, la mujer trajo la muerte al mundo y el sexo la perpetuaba. Las mujeres estaban asociadas al placer indiscriminado y así contagiaban a los hombres con ese pecado. Toda mujer reaccionaria a esa moral, o que se negaba a rendirse a la disciplina del matrimonio, o que no aceptaba el celibato, o peor aún se atrevía a vivir sola, podía ser acusada de brujería y ser ejecutada por ello, siguiera o no tradiciones paganas.
Como explica el Malleus Maleficarum: «Toda magia tiene su origen en la lujuria de la carne, que es insaciable en la mujer… Para satisfacer su lujuria, copulan con demonios… Queda suficientemente claro que no es de extrañar que la brujería contamine a un mayor número de mujeres que de hombres… Y alabado sea el Altísimo por haber preservado hasta el momento al sexo masculino de tan espantoso delito…»
Otra de las acusaciones que pesaban sobre ellas era la de mantener las redes insurrectas que organizaban las rebeliones campesinas en contra del Reino de Dios en la tierra. Cada reunión estacional convocaba a miles de personas, atraían a los descontentos pero también mejoraban los lazos entre las aldeas, y establecían parámetros de solidaridad y autonomía entre los campesinos. No es difícil imaginar que las brujas fomentaran el derrocamiento de un régimen tanto político como religioso que, tanto ellas como los campesinos, consideraban injusto e invasor.
El pueblo desconfiaba del doble discurso de la Iglesia, quien por un lado proponía una vida despojada para los campesinos y por el otro sus sacerdotes eran una corrupta clase privilegiada que los oprimía de acuerdo a un estándar de moral que ellos mismos no podían ni querían cumplir.
Cabe destacar que estos juicios a las brujas le reportaron un importante lucro económico tanto a la Iglesia como a los nobles locales, reyes, jueces, cortes y otros funcionarios quienes recibían una parte del botín de los inquisidores. Después del arresto, toda propiedad de la acusada era confiscada. Las autoridades papales sostenían que la confiscación era la primera arma contra la herejía. La confiscación ocurría antes de la sentencia dado que se tomaba por seguro que nadie escapaba. En algunos casos se confiscaban los bienes de la acusada antes de que ésta hiciera su «confesión». En el 1300 un noble de nombre Jean Baudier fué arrestado el 20 de enero. Se negó a confesar por mucho tiempo hasta que la tortura lo desmoronó el 5 de febrero. Fué condenado el 7 de marzo. No obstante, sus propiedades fueron vendidas el 29 de enero, es decir antes de su confesión.
Se esperaba que las acusadas pagaran los gastos de su juicio, hasta de su tortura y de su comida. Si no tenían dinero morían de hambre. El 15 de agosto de 1376 el Papa Gregorio XI comentó que había muchísimas acusadas que morían de hambre antes de su ejecución. La Iglesia no tuvo intenciones de procurar de sus propios fondos, no obstante, ofrecía indulgencias a quienes donaran comida para los muchos herejes que mueren de hambre en las cárceles esperando la piadosa generosidad de los creyentes que los ayudan por caridad.
La persecución de las brujas nos muestra la historia de hombres que persiguen a mujeres en pos de crear el monopolio masculino sobre profesiones rentables como la religión y la medicina. La bruja presentaba una amenaza al poder de la Iglesia por muchos motivos: era mujer y respetaba su sexualidad como sagrada. Era sabia y heredera de una tradición religiosa pre-cristiana. Era respetada por sus conocimientos médicos, y formaba parte de un movimiento de mujeres campesinas. Frente a la opresión clerical ofrecía la clara esperanza de un cambio basado en relaciones comunitarias.
Las brujas modernas reivindican a las que las precedieron como víctimas del patriarcado y re-crean una espiritualidad basándose en las tradiciones matrísticas pre-cristianas en donde:
- a) Se celebra la deidad como femenina y su consorte sagrado es su amante, su amigo, su compañero, pero la Diosa es el principio generador del Universo.
- b) Tanto cuerpo como alma son una unidad, el cuerpo femenino lejos de ser impuro, guarda el secreto de la creación y es el vehículo para conectarse con lo sagrado.
- c) La naturaleza es sagrada, por ende no se debe abusar de ella ni querer «conquistarla».
- d) El tiempo no se vivencia a partir de una visión lineal sino circular y repetitiva. La figura de la Triple Diosa simboliza los ciclos de nacimiento-vida-muerte-vida.
- e) El individuo tiene valor por si mismo, y no está subordinado a ninguna «revelación» que le ordene el deseo de la deidad.
- f) No hay concepto de pecado original y el modelo ético se basa en «haz lo que quieras sin dañar a nadie».
- g) La sexualidad, espontaneidad, el humor y la alegría se incorporan al ritual y el placer se vivencia como la fuerza positiva de la vida.