Balor vivía en la isla de Tory. Tenía un solo ojo en medio de la frente. Su mirada era mortal, por lo que mantenía oculto ese ojo, y sólo lo descubría cuando quería destruir a algún enemigo. Un druida le predijo que moriría a manos de su nieto. Balor sólo tenía una hija que se llamaba Ethné. Y para conjurar la predicción del druida, decidió actuar de manera que ella no pudiera tener hijos.
Balor encerró entonces a su hija en una torre inexpugnable, construida en la cima de una roca, cuyo extremo se perdía entre las nubes, y cuya base era azotada por las olas. Allí relegó Balor a la bella Ethné, dándole por compañía a doce mujeres, cuya misión era impedir que la muchacha llegara a sospechar que en este mundo existían hombres.
Ethné permaneció prisionera mucho tiempo, y nunca le hablaron de hombres. Sin embargo, desde lo alto de su torre veía pasar navíos conducidos por seres humanos que no tenían el mismo aspecto de los que conocía. Siempre hacía preguntas al respecto, pero siempre se le negaban las respuestas.
En la costa irlandesa que se enfrenta a la isla de Tory, vivían tres hermanos. Uno de ellos poseía una vaca maravillosa, «la vaca azul del herrero» la llamaban, y su leche era tan abundante que despertaba la envidia de todos los vecinos. Balor se la robó.
Mac Kineely, el propietario de la vaca, quiso vengarse. Guiado por los consejos de un druida y de un hada, se disfrazó de mujer. El hada lo condujo en alas de la tempestad hasta la cima de la roca, donde se elevaba la torre en que vivía la prisionera. El hada se presentó a las guardianas de Ethné diciendo:
– Vengo acompañada de una dama a la que he rescatado de un secuestro. Vengo a rogarles que le den asilo.
Las guardianas, reconociendo a un hada, no se atrevieron a negarse. Así, ella penetró en la torre llevando a Mac Kineely y sumiendo en un sueño mágico a las doce guardianas.
Cuando despertaron, el hada y su compañera habían desaparecido. El hada se había elevado por los aires con Mac Kineely. Ethné se encontraba sola, pero estaba embarazada.
Ethné dio a luz a tres niños, que Balor mandó arrojar a un abismo marino. Para llegar a éste había que atravesar un golfo, en el cual el mensajero cayó al agua junto con uno de los niños. Cuando llegó al abismo, sólo quedaban a su lado dos, a los que ahogó. Luego volvió con Balor.
El niño que cayó al agua fue rescatado por el hada, a quien debía su nacimiento. Ésta lo tomó en brazos, lo llevó por los aires y llegó con él a la morada de Mac Kineely. Le entregó a éste el recién nacido y le informó que era su hijo, el futuro Lugh. Ese niño era, en efecto, el que ya adulto mataría a su abuelo Balor de una pedrada en su único ojo.
Balor encerró entonces a su hija en una torre inexpugnable, construida en la cima de una roca, cuyo extremo se perdía entre las nubes, y cuya base era azotada por las olas. Allí relegó Balor a la bella Ethné, dándole por compañía a doce mujeres, cuya misión era impedir que la muchacha llegara a sospechar que en este mundo existían hombres.
Ethné permaneció prisionera mucho tiempo, y nunca le hablaron de hombres. Sin embargo, desde lo alto de su torre veía pasar navíos conducidos por seres humanos que no tenían el mismo aspecto de los que conocía. Siempre hacía preguntas al respecto, pero siempre se le negaban las respuestas.
En la costa irlandesa que se enfrenta a la isla de Tory, vivían tres hermanos. Uno de ellos poseía una vaca maravillosa, «la vaca azul del herrero» la llamaban, y su leche era tan abundante que despertaba la envidia de todos los vecinos. Balor se la robó.
Mac Kineely, el propietario de la vaca, quiso vengarse. Guiado por los consejos de un druida y de un hada, se disfrazó de mujer. El hada lo condujo en alas de la tempestad hasta la cima de la roca, donde se elevaba la torre en que vivía la prisionera. El hada se presentó a las guardianas de Ethné diciendo:
– Vengo acompañada de una dama a la que he rescatado de un secuestro. Vengo a rogarles que le den asilo.
Las guardianas, reconociendo a un hada, no se atrevieron a negarse. Así, ella penetró en la torre llevando a Mac Kineely y sumiendo en un sueño mágico a las doce guardianas.
Cuando despertaron, el hada y su compañera habían desaparecido. El hada se había elevado por los aires con Mac Kineely. Ethné se encontraba sola, pero estaba embarazada.
Ethné dio a luz a tres niños, que Balor mandó arrojar a un abismo marino. Para llegar a éste había que atravesar un golfo, en el cual el mensajero cayó al agua junto con uno de los niños. Cuando llegó al abismo, sólo quedaban a su lado dos, a los que ahogó. Luego volvió con Balor.
El niño que cayó al agua fue rescatado por el hada, a quien debía su nacimiento. Ésta lo tomó en brazos, lo llevó por los aires y llegó con él a la morada de Mac Kineely. Le entregó a éste el recién nacido y le informó que era su hijo, el futuro Lugh. Ese niño era, en efecto, el que ya adulto mataría a su abuelo Balor de una pedrada en su único ojo.
© Morgana Barcelona