La historia de este misterioso satélite la dio a conocer John Keel en 1988 entre otras historias en su libro «La Disneylandia de los dioses». Cuental Keel (que por cierto fue el que sacó a la luz el caso «Mothman») que a finales de la década de los años 20 del siglo XX unos astrónomos descubrieron un extraño objeto orbitando la Tierra, en una perfecta órbita polar. Recordemos que hasta el lejano 1956 no mandarían los rusos el primer satélite artifical, el Sputnik. Pero en 1953 unos astrónomos sudamericanos volverían a localizar ese misterioso objeto y estando en pleno inicio de la «guerra fría» el Pentágono estadounidense encarga una investigación sobre el objeto nada menos que a Clyde William Tombaugh, descubridor del planeta (o planetoide) Plutón. Lo curioso de este caso es que el informe del prestigioso astrónomo a día de hoy continua siendo clasificado como alto secreto. Pero volvamos a la convulsa década de los 60 del pasado siglo: en 1960 el recién inagurado sistema de radares NORAD norteamericano vuelve a detectar el objeto y el 7 de marzo de ese mismo año la prestigiosa revista TIME se hace eco del misterioso objeto del cual el gobierno norteamericano sigue diciendo que es un asteroide que quedó atrapado en una órbita alrededor de la Tierra (?). En plena carrera espacial en 1963 el astronauta Gordon Cooper realiza la misión de dar 22 vueltas alrededor de la Tierra, la llamada llamada Faith 7. En la última de las vueltas Cooper informa que un enorme objeto metálico verdoso se dirige hacia su nave. La NBC da en principio esa misma versión, pero automáticamente los periodistas reciben la orden de no preguntarle a Cooper por la cuestión. La NASA informa de un fallo eléctrico a bordo de la nave que produjo un aumento del dióxido de carbono provocando las alucinaciones de Cooper.
En 1997 el transbordador espacial Endeavour en una de sus misiones fotografía de nuevo el extraño objeto pero la NASA sigue sin dar una explicación convincente aun dejando ver en sus fotografías oficiales al misterioso «caballero negro».
¿Sonda extraterrestre? ¿Satélite terrestre de antiguas y desconocidas civilizaciones terrestres? Estas son solo algunas de las hipótesis de las muchas que pueden plantearse mientras no conozcamos el origen de este misterioso objeto.
Juan Carlos Díaz