Las personas propensas a padecer alergias han de tener especial cuidado en no ingerir alimentos que contengan polen –jalea real, miel-, pero también hay que cuidarse de aquellos otros que, si bien no provocan en sí los brotes, sí agravan sus síntomas: chocolate, carnes rojas, fritos, lácteos, grasas…
El tratamiento más habitual de las alergias, una vez ya han aparecido, lo suelen constituir las vacunas. Sin embargo, estudios recientes señalan que estas vacunas sólo se pueden usar durante un número determinado de años, periodo tras el cual rara vez se consigue una curación efectiva y, de hecho, hay pacientes que no consiguen experimentar mejoría alguna. Desaparecen una temporada, pero vuelven a aparecer.
Los tratamientos de fitoterapia, basados en plantas medicinales, se convierten en una alternativa muy efectiva y escasamente agresiva. Así, una de las más conocidas, la Glycirriza glabra L (regaliz), no sólo tienen propiedades similares a los glucocorticoides, sino que aportan además la estimulación de esteroides en nuestro cuerpo; la Scutellaria baicalensis L (planta china) sustituye perfectamente al cromoglicato sódico; y así, un sinfín de plantas cuyas propiedades antihistamínicas combaten de forma rápida y eficaz las inflamaciones, como la Helichrysum italicum R (comino) y la Sambucus nigra L (sauco negro); un broncodilatador natural lo podemos encontrar en la Ephedra unica S (efedra); finalmente, la Hyssopus officinalis L (hisopo) puede funcionar, gracias a sus aceites esenciales, como expectorante y el Plantago major L., como planta antihistamínica general y el Pao d’Arco también como antihistamínico en eccemas y alergias de piel.
Alguna más habrá por esos mundos de Dios, pero creo que con esta pincelada nos podemos defender prefectamente.