Érase una vez un granjero que solo tenía un hijo, el cual murió y el padre no quiso ir al entierro ya que había tenido una disputa con él. Pasado un tiempo murió un vecino y él fue a su entierro y después de la ceremonia encontrándose aun el granjero en el Campo Santo, mirando distraídamente una fosa vio una calavera, la cogió indolente y le preguntó pensativo: -Debiste ser una persona apuesta en tu juventud y me gustaría saber algo más de ti.
Y la calavera habló y esto fue lo que le dijo: – Mañana iré a pasar la noche contigo, si tú vienes a pasar otra noche conmigo. Así lo haré, dijo el granjero. En el camino de vuelta se encontró con el cura y le comentó lo sucedido. El párroco le dijo que debería de haber soñado ya que las calaveras no hablaban. Y el granjero le citó a la próxima noche junto con la visita de la calavera, a la que el sacerdote accedió también a ir.
Así, que a la siguiente noche estaba el granjero junto con el cura esperando a la calavera. Al poco tiempo llamaron a la puerta y apareció la calavera. Se subió a la mesa y se comió toda la cena que sobre ella había. Después de eso volvió a salir y desapareció. – ¿Por qué no le ha hablado? inquirió el granjero al cura. – ¿Por qué no lo hiciste? , respondió el clérigo. A la noche siguiente tal como había convenido con la calavera, el granjero acudió al cementerio, y al no ver nada descendió tres peldaños que estaban junto a la Iglesia.
De pronto se encontró en medio de un campo, lleno de hombres que luchaban entre sí con palas y hoces. Al ver al granjero le preguntaron por si buscaba al cráneo, al asentir este le dijeron: – Se acaba de ir al campo de al lado. Y en el otro campo vio a hombres y mujeres que luchaban entre sí. ¿Está buscando un cráneo?, le preguntaron, Pues bien se acaba de ir al campo de al lado.
Y el granjero fue al campo de al lado y en él vio una gran casa, después de entrar en ella vio un fuego en un hogar y en la habitación había una dama y una criada. Y la dama caminaba de un lado a otro de la habitación, y cada vez que se acercaba al fuego a calentarse, la criada la apartaba de él. También le preguntaron si buscaba un cráneo y que si era así que fuera a una puerta a la izquierda de la habitación, que entrara por la misma y que allí hallaría el cráneo, y así lo hizo el granjero.
Al entrar en la habitación contigua se encontró con la calavera y esta le preguntó si quería cenar, al asentir el granjero, la calavera lo condujo a la cocina, en ella estaban tres mujeres y la calavera le pidió a una de ellas que le sirviera cena, y esta cogió pan moreno y una jarra de agua y se lo sirvió al hombre, el cual desistió de comer aquello.
A continuación el cráneo le pidió a la segunda mujer que hiciera lo mismo, y aquella mujer aun sirvió peor al granjero por lo que este de nuevo desistió de cenar. Por fin la calavera le pidió a la tercera mujer que sirviera al granjero y esta sirvió al granjero una opípara cena con profusión de viandas y esplendorosos vinos. Después de cenar el granjero le preguntó al cráneo que significaba todo lo que había visto y este le respondió: -Los hombres que viste en el primer campo solían luchar entre si cuando estaban vivos, porque tenían tierras cerca unos de otros y acostumbraban a mover las estacas y ahora tienen que luchar entre sí por siempre jamás. Los hombres y las mujeres que viste eran parejas casadas que solían pelear entre si y ahora deberán de seguir peleando siempre. La señora que viste en la casa no dejaba en vida que la criada se acercase al fuego cuando volvía mojada y con frío y quería calentarse, y ahora la criada le hace lo mismo a ella y eso seguirá hasta el día del Juicio Final.
En cuanto a las tres mujeres de la cocina -añadió- esas eran mis tres esposas. Cuando le pedía a la primera que me preparara la cena solo me daba pan moreno y agua. Cuando le pedía comida a mi segunda esposa aún era peor como has visto. Pero la tercera a mis ruegos me servía el banquete que tú has cenado. La calavera miró lúgubremente al granjero y le dijo: -En cuanto a ti, has sido traído hasta este lugar por no querer ir al funeral de tu hijo por haber estado enfadado en vida con él, sin embargo si fuiste al entierro de un vecino. Así que ahora te sugiero que si te quieres salvar vayas hasta donde está enterrado tu hijo y pídele perdón, quizás lo obtengas, y no dejes de olvidar que desde que saliste de casa hasta llegar aquí han transcurrido setecientos años.
El granjero, quedó petrificado, y como despertando de un sueño se vio caminando hacia el cementerio, por los lugares que el antes circulaba y que habían cambiado de fisonomía por el tiempo transcurrido. Al fin llegó al cementerio, y pese a lo cambiado que estaba, pudo localizar la tumba de su hijo, allí se arrodilló y se arrepintió y pidió perdón. El perdón de su hijo. Hasta que por último surgió una mano de la tumba y cogió la suya, y él y su hijo subieron juntos al cielo…